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Foto del escritorMaría Codina

¿Las PAS tienen la autoestima baja?

Definitivamente, ser PAS no es sinónimo de tener baja autoestima. Hay un gran número de personas altamente sensibles que tienen buena autoestima. Tener o no una buena autoestima depende de varios factores, especialmente de haber tenido un apego seguro.


¿Qué afecta la autoestima?


Tener buena autoestima depende de nuestra personalidad, nuestro entorno socioeconómico, nuestra educación, nuestras creencias y sobre todo del apego que hayamos tenido con nuestros padres o cuidadores. Las circunstancias de nuestra vida y nuestra personalidad afectan directamente a nuestra autoestima. Siempre podemos trabajar sobre ellas y cambiarlas si nos están afectando negativamente. Sin embargo, lo que nos afecta directamente y desde el principio de nuestra vida es el apego de nuestros padres o cuidadores. Este determinará cómo será nuestra personalidad y cómo nos enfrentaremos al mundo.


Estos factores nos afectan a todos, seamos PAS o no. Sin embargo, el ser PAS hace que vivamos todo de forma más intensa y los efectos pueden ser más negativos si no tenemos el rasgo bien integrado.


¿Qué son los apegos y cómo afectan a nuestra autoestima?


El apego es el vínculo afectivo que se establece desde los primeros momentos de vida entre la madre y el recién nacido, o la persona encargada de su cuidado. Su función es asegurar el cuidado, el desarrollo psicológico y la formación de la personalidad. El apego es el encargado de proporcionar seguridad al niño en situaciones de amenaza.


El apego seguro permite al bebé explorar, conocer el mundo y relacionarse con otros; bajo la tranquilidad de sentir que la persona con quien se ha vinculado va a estar allí para protegerlo. En el caso de una persona altamente sensible, representa que su madre ha hecho posible que el niño aprenda a vivir con su alta sensibilidad de forma segura. Los bebés altamente sensibles que han tenido un apego seguro tienen más posibilidades de haber integrado su rasgo y tener más herramientas para llevar una vida adulta plena.


Cuando el apego seguro no ocurre, los miedos e inseguridades influyen en el modo de interpretar el mundo y de relacionarse.


Este es el caso del apego ansioso o ambivalente. Cuando este apego ocurre, el niño no confía en sus cuidadores y tiene una sensación constante de inseguridad, de que a veces sus cuidadores están y otras veces no están, lo constante en los cuidadores es la inconsistencia en las conductas de cuidado y seguridad. A veces, sus respuestas son las apropiadas, sus dinámicas son afectuosas y capaces de nutrir cada necesidad de sus pequeños. Ahora bien, al cabo del rato, pueden aplicar una interacción tan intrusiva como insensible y poco ajustada. Las emociones más frecuentes en este tipo de apego, son el miedo y la angustia exacerbada ante las separaciones, así como una dificultad para calmarse cuando el cuidador vuelve. Los menores necesitan la aprobación de los cuidadores y vigilan de manera permanente que no les abandonen. De adultos, el apego ansioso-ambivalente provoca una sensación de temor a que las personas no les amen o no les deseen realmente. Son personas que anteponen las necesidades y deseos de los demás y que siempre están dispuestas a ayudar. Aunque, inconscientemente buscan la aprobación y el amor de los demás. Un ejemplo de este tipo de apego en los adultos es la dependencia emocional.


En el caso del apego evitativo, el niño no puede contar con sus cuidadores para satisfacer sus necesidades, un pensamiento que siempre es fuente de sufrimiento. Si quiere subsistir en su entorno, debe aprender a vivir con un amor deficiente, pobre y casi inexistente. Esas migajas afectivas hacen que se sienta muy poco valorado y que incluso llegue a pensar que lo mejor es evitar toda relación de intimidad. Experimentar, desde bien temprano, que quienes más deberían amarte son quienes más daño te hacen, implica pasar a toda posibilidad de relación por este filtro: la tendencia será ver cualquier tipo de relación emocional como una fuente de desconsuelos y desilusiones que es mejor evitar. En este caso, los pequeños criados bajo este tipo de apego desarrollan conductas de elevada ansiedad e inseguridad.


El apego desorganizado suele tener un origen muy concreto. Hablamos de entornos patológicos, de familias donde se dan dinámicas abusivas, agresivas y de maltrato físico o emocional. De este modo, cuando un pequeño experimenta estas amenazas queda atrapado en un eterno dilema. Por un lado está su instinto de supervivencia: sabe que ese entorno no es seguro para él. Sin embargo, no conoce otra cosa, no tiene acceso a otro entorno, a otras figuras afectivas y por tanto, sigue unido a esos mismos padres que no están ejerciendo de forma correcta sus responsabilidades. Las personas que crecieron con un apego desorganizado tienen un problema esencial: la presencia de un trauma no resuelto. Hay miedos, hay competencias emocionales que aún no han sido desarrolladas, hay baja autoestima, sombras de las que huir y necesidades no nutridas ni satisfechas…


Conclusión


Dentro de los factores que afectan a nuestra autoestima, el apego que hayamos recibido de nuestra madre, o persona a nuestro cargo, es lo que determina nuestra personalidad y la forma en la que interpretamos el mundo y nos relacionamos.


El apego seguro es el que afectará de forma positiva a nuestra autoestima. En su ausencia, sin embargo, podemos desarrollar una personalidad insegura, baja autoestima y dependencia emocional, según los apegos: evitativo, desorganizado, o ansioso-ambivalente.


Como podemos ver a todos nos afecta el apego que hayamos tenido en la edad temprana. Sin embargo, a las personas altamente sensibles se les une su intensidad emocional, su enorme capacidad para detectar micro expresiones y detalles sutiles, y su sensación de ser diferentes y de no encajar en su entorno. Esto hace que, en el caso de que una persona altamente sensible no haya tenido un apego seguro, las consecuencias sean más devastadoras para su autoestima. En estos casos, lo recomendable sin duda es llevar a cabo una buena terapia y reconstrucción personal para poder establecer vínculos más seguros y satisfactorios con ellas mismas y con los demás.



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Referencias: La mente es maravillosa


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